Las necesidades psicosociales observadas en situaciones de emergencia o catástrofes, pueden ser de diversa tipología, pero frecuentemente se encuentran en tres grandes áreas:

1ª- Necesidades de los afectados directos, familiares y allegados:
Los afectados directos familiares y allegados van a vivir situaciones de emergencia caracterizadas por:

Estas situaciones van a generar necesidades de manejo de la ansiedad, apoyo psicológico, acompañamiento, mediación familiar, etc.

2ª- Necesidades de los intervinientes:
Los intervinientes se pueden encontrar en situaciones que produzcan alto impacto emocional ante el contenido traumático del escenario y de muchas de las víctimas que son rescatadas o ayudadas por ellos.
Sus necesidades van a ir orientadas a prevenir las consecuencias psicológicas adversas a medio y largo plazo por el continuo desempeño de sus tareas.

3ª- Necesidades de los gestores de la emergencia en cuanto a:

  • Establecimiento de comunicación eficaz con los distintos afectados en situaciones de estrés y  de un alto impacto emocional.  Trasmisión de información sobre lo sucedido y acciones que los afectados deben llevar a cabo.
  • Toma de decisiones en relación a aspectos que influyen directamente en la situación psicológica de los afectados (proceso de identificación de cadáveres, capillas ardientes, identificación de objetos personales...)

En función de estas necesidades mencionadas, el objetivo  de la intervención psicosocial es configurar las bases para la creación de un Dispositivo Psicosocial que  proporcione asistencia,  apoyo psicológico y social a todas las personas afectadas, a sus familiares y a sus allegados en caso de una emergencia masiva.

Asimismo, otro objetivo  del Dispositivo Psicosocial es apoyar y asistir en todas las necesidades psicosociales a los distintos grupos de intervención (disminuir los niveles de estrés, facilitar una adecuada canalización de emociones, cubrir necesidades básicas, gestionar recursos, etc.).

Finalmente, un tercer objetivo del Dispositivo Psicosocial es asesorar a los gestores de la emergencia en todos aquellos aspectos de índole psicosocial que puedan afectar a la gestión de la emergencia; es decir, orientar sobre cómo reducir  el impacto emocional en los afectados que pueden producir determinadas actuaciones derivadas de dicha gestión.