La planificación para la intervención psicosocial, como cualquier planificación de emergencias, debe ser algo  dinámico, que se conozca, se pruebe y se actualice, para que esté preparado para ponerse en marcha en el momento que se necesite.

En este sentido, para alcanzar los objetivos de dicha planificación, es necesaria  una labor previa de formación y concienciación dirigida a todos los colectivos psicosociales participantes en una situación de emergencia, que proporcione herramientas y habilidades para actuar en situaciones de alto impacto emocional.

Es esencial también un entrenamiento de dichos profesionales y de los procedimientos de intervención psicosocial a través de ejercicios y simulacros que permitirá tener unos profesionales y una planificación que respondan a las necesidades psicosociales reales de la emergencia.

Así mismo, es imprescindible hacer un seguimiento de su eficacia, una adecuada evaluación de las actuaciones llevadas a cabo por los dispositivos psicosociales participantes en las emergencias masivas e incorporar dichos resultados a la planificación psicosocial.

Finalmente es necesario recoger información de los profesionales que trabajan en la fase de rehabilitación psicosocial para incorporar los  efectos sobre la población afectada, los logros obtenidos y los aspectos a modificar. Esto  permitirá la existencia de una continuidad en la intervención y una retroalimentación entre las distintas fases (antes, durante y después).